8 de agosto de 2021

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XIX Domingo Ordinario

Esta pagina fue actulizada el 25 de junio

Meditación del Evangelio

El ser humano por naturaleza es terco y obstinado, de corazón duro y le resulta muy difícil creer en las realidades que vive. Por ejemplo: ya ha pasado más de un año de estar viviendo esta pandemia y aún existen personas que no creen en ella. Han perdido la vida miles de personas alrededor del mundo y muchos siguen obstinados en su propio círculo. “¡Mientras a mí no me toque, que importan los demás!”. La experiencia que hemos estado viviendo nos invita al cambio; es tiempo de darnos cuenta que somos frágiles y que la ciencia y la medicina, sin el poder Dios, no quedan en nada.

Hoy, en el Evangelio, Jesús insiste en dar a conocer a los de su tiempo, y a nosotros, que él es el Pan bajado del cielo para dar vida. Pero la gente seguía en su misma terquedad. No lo escucharon, mucho menos abrieron los ojos para ver. “Conocemos a su padre y a su madre, ¿no es cierto? Él no es sino Jesús, el hijo de José. ¿Cómo puede decir que ha bajado del cielo?” (Juan 6:42). Que terrible confusión, para ellos era imposible darse cuenta de lo que Jesús seguía anunciando: “Yo soy el pan vivo bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo” (Juan 6:51). Bien, y ahora, ¿qué sigue? Yo creo que debemos reflexionar en la siguiente pregunta: ¿Por qué mucha gente que asiste a Misa no comulga? Quizá porque no cree que Cristo es el verdadero pan del cielo. Recordemos que la Eucaristía es el alimento espiritual para la jornada. ¡Acerquémonos a este Pan! ©LPi

 

ORDO

Notas del Fin de Semana

 

Introducción de Misa

Domingo tras domingo somos atraídos aquí para adorar a Dios, para escuchar su palabra y recibir a Cristo en la Eucaristía. Jesús nos recuerda en el Evangelio que, al igual que sucede con todas las cosas buenas, este impulso de venir cada domingo nos viene del Padre. En nuestra celebración de hoy, démosle gracias a Dios por el don maravilloso de la fe, que alienta nuestra vida y nos anima a emprender la misión de Cristo.


Oración Universal (Peticiones)

  • Por nuestra Iglesia, para que continuemos siendo pan para el mundo y sigamos compartiendo el Evangelio viviente con todos los que necesitan escuchar la Buena Nueva, roguemos al Señor.

  • Para que se dé un diálogo más civil dentro de nuestra política y en nuestra vida; para que podamos tener la habilidad de escuchar y conversar significativamente aun con aquellos que discrepan con nosotros, y por el valor de enfrentarse al racismo dondequiera que aparezca, roguemos al Señor.

  • Por todos los que viajan, por los que tienen que trabajar distantes de su hogar, por los refugiados y los trabajadores inmigrantes, roguemos al Señor.

  • Por los que pasan hambre, especialmente los niños, que pasan días con poco o nada que comer, roguemos al Señor.

  • Para todos los enfermos, por todos los que sufren de COVID-19, y por todos los que han muerto, roguemos al Señor.

  • Elevemos en silencio las oraciones que guarda nuestro corazón, tanto las que hemos expresado verbalmente como aquellas que han quedado en nuestro interior, roguemos al Señor.


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