Reflexión del Evangelio
Un abismo enorme sigue existiendo entre la línea del pobre y del rico, entre los Lázaros y los ricos de nuestro tiempo. ¿Quiénes son? ¿Dónde están? Están mezclados, porque existen ricos tan pobres que no los conocemos; ellos, de su riqueza, comparten sus bienes calladamente con quienes los necesitan. Y podemos encontrar pobres tan ricos por su modo de vivir egoístamente y por almacenar rencor en su corazón. "Además, entre ustedes y nosotros hay un abismo tremendo, de tal manera que los que quieran cruzar desde aquí hasta ustedes no pueden hacerlo, y tampoco lo pueden hacer del lado de ustedes al nuestro" (Lucas 16:26). Aquí se trata de interiorizar la Palabra de Dios y darnos cuenta de que estamos representados en los dos personajes. Y lo importante es ayudar a la gente en sus diferentes necesidades, no hacernos sordos, como si no ocurriera nada.
San Agustín, en su Sermón 33 sobre el Antiguo Testamento, dice lo siguiente: "Escucha el evangelio, mira y examina los pensamientos de los dos hombres de la parábola: Había un hombre rico que se vestía de púrpura y lino y banqueteaba espléndidamente cada día… En cambio, un mendigo llamado Lázaro yacía a la entrada de su casa. No mencionó el nombre del rico, pero sí dijo el nombre del pobre. Dios calló el nombre del que andaba en boca de todos, mientras que mencionó el nombre del que todos callaban". ¿Crees que Dios menciona tu nombre? ¿O crees que lo calla?
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