“La hospitalidad es una importante virtud”

 El mensaje que nos da el Evangelio y del reino de los cielos es para todos. El amor de Dios es para todas las personas, sin importar su cultura, edad, estatus económico, orientación sexual, o bienestar físico, mental o social. Cada vez que nos reunimos en la mesa Eucarística, celebramos que todos somos iguales ante los ojos de Dios. 

Al estar conscientes del amor de Dios que abarca toda la creación, entendemos que cada miembro de la asamblea es un ministro de hospitalidad. Aquellas personas que son designadas para servir específicamente en este ministerio nos recuerdan acerca de nuestro llamado a tener un espíritu que refleja a Dios. Los ministros no solo le dan la bienvenida al extraño, sino que despiertan en nosotros la unión en Cristo. Ellos no solo sirven las necesidades individuales, sino que sirven la salud y la integridad de la comunidad entera.  

Nosotros somos los ministros de la Palabra de Dios por la manera en que vivimos nuestra vida. Los lectores son designados específicamente para PROCLAMAR dicha Palabra. Los ministros de Hospitalidad, por medio de sus acciones, PROCLAMAN la Palabra de Dios que es tanto acogedora como amorosa.

“También ejercen un ministerio litúrgico: c) los que, en algunas regiones, reciben a los fieles a la puerta de la iglesia, los acomodan en los puestos convenientes y dirigen sus procesiones” (Instrucción General del Misal Romano, 105).

El Ministerio de Hospitalidad es una expansión del rol tradicional del Ujier, que era una función estándar en cada parroquia antes del Concilio Vaticano Segundo.

El Ministerio de Hospitalidad puede dividirse en dos tipos de ministerio: Ujieres y los que Reciben a la comunidad. Cada uno tiene diferentes funciones durante la Misa. Estos dos ministerios pueden ser realizados por la misma persona. 

Requerimientos para ser Ministro de Hospitalidad

  • Habilidad de tener contacto visual

  • Habilidad de sonreír y hablar con extraños

  • Conocimiento de liturgia

  • Conocimiento y participación de la vida Parroquial

  • Una presencia tranquila y de oración

  • Habilidad de ver el rostro de Cristo en cada persona

  • Vestimenta apropiada para la liturgia

  • Habilidad de entender el ministerio como un estilo de vida

Preguntas · Sugerencias